"Y serán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en el día en que yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve." Mal 3: 17.
Grande es la obra del Señor. Los hombres se están decidiendo. Hasta aquellos que consideramos paganos decidirán ponerse del lado de Cristo, mientras que los que se ofenden, como los discípulos, se apartarán y no andarán más con él . . .
¿Qué efecto tiene sobre los justos la intención de los hombres de invalidar la ley de Dios? ¿Se sentirán intimidades debido al escarnio universal en que se tiene a la santa ley de Dios? ¿Vacilará el verdadero creyente frente a un "así dice Jehová", y se avergonzará porque todo el mundo desprecia su justa ley? ¿Serán desviados por el mal prevaleciente? No; para los que se han consagrado a Dios a fin de servirle, la ley de Dios resulta más preciosa cuando se establece el contraste entre los obedientes y los transgresores. En la misma proporción en que los atributos satánicos se desarrollan en los que desprecian y transgreden la ley de Dios, la fiel adherencia al santo precepto resulta más querida y valiosa. Declarará: "Disipado han tu ley. Por eso he amado tus mandamientos más que el oro, y más que oro muy puro". Aquellos que han sido fieles dispensadores de las gracias de Dios, verán crecer su amor a los mandamientos juntamente con el desprecio con que los consideran todos los que los rodean.-GCB 3, 112-114
"Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová." Jos. 24: 15.
Hemos sido comprados con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha. ¡Qué precio es éste, incomparable, infinito! Pero aunque Cristo nos compró y nos invita a venir a él, aún ejerce el mundo su atracción sobre nosotros, y lucha por obtener el dominio. ¿Triunfarán en el conflicto el amor a Dios o el amor al mundo? Satanás y sus ángeles malos están vigilando toda avenida que conduce al corazón humano, tratando de forzar al alma para que acepte sus malignas sugestiones. El enemigo extiende trampas para ganarnos para el mundo, como las presentó en el desierto de la tentación a Jesús. A menos que dependamos de un poder que esté fuera y por encima de nosotros, el enemigo obtendrá éxito al lograr nuestra ruina. Pero al mirar a Jesús, al estudiar su vida y su carácter, al desear ardientemente ser semejantes a él, nuestra mente se orientará en la debida dirección, y podrá vencer el egoísmo y elegir una conducta justa. Al mirar a Jesús oiremos una voz que nos dice: "Este es el camino, andad por él" . . . Al ganar a Cristo, ganamos todo. Jesús nos dice que él será en nosotros "una fuente de agua que salte para vida eterna".-YI 27-10-1892^