yo tengo un SUEÑO

jueves, 8 de diciembre de 2011
“Cuando Jehová hizo volver de la cautividad a Sión, fuimos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenó de risa y nuestra lengua de alabanza. Entonces decían entre las naciones: ‘¡Grandes cosas ha hecho Jehová con estos! ’ ” (Salmo 126:1,2).

El 28 de agosto de 1963, cien años después de que el egregio presidente, Abraham Lincoln, proclamara la abolición de la esclavitud y la emancipación de los negros en los Estados Unidos de Norteamérica, el pastor bautista y líder afroamericano de la resistencia pacífica, Martin Luther King, pronunció el famoso discurso I Have a Dream [Yo tengo un sueño] en Washington, D. C., considerado uno de los más elocuentes y mejores de la historia.
Haciendo mención del discurso de Lincoln en Gettysburg proclamando la emancipación, dijo con voz trémula: “Aquello llegó como un amanecer de alegría para terminar la larga noche de cautiverio”. Pero, cien años después, era obvio que el pueblo estadounidense había fallado en sus promesas a los afroamericanos, por ello, Luther King afirmó, esta vez con vehemencia: “No, no; no estamos satisfechos y nunca estaremos satisfechos en tanto a nuestros hijos les sea arrancado su ser y robada su dignidad por carteles que rezan: ‘Solamente para blancos’. […] No, no estamos satisfechos, y no estaremos satisfechos hasta que la justicia nos caiga como una catarata y el bien como un arroyo impetuoso”, citando Amos 5:24.
El momento más emotivo del discurso fue cuando describió con acentos de nostalgia y esperanza su sueño, el de un país donde no existirán nunca más los prejuicios raciales: “Yo tengo un sueño que un día los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad. […] ¡Yo tengo un sueño hoy! Que un día pequeños niños negros y pequeñas niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños niños blancos y niñas blancas como hermanos y hermanas”.
Y terminó el discurso con un canto exaltado a la libertad: “Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad, cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo canto religioso negro: ‘¡Por fin somos libres! ¡Por fin somos libres! Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos libres!’ ”.
¡Hermoso! ¿No te parece que el sueño de Martin Luther King y ese canto final a la libertad serán también nuestros cuando Cristo venga y termine definitivamente con la esclavitud que sufrimos en este mundo?                      
No permitas que este sueño no sea hoy una realidad en tu vida y en la de quienes te rodean.

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