Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis
ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré. Hebreos 13:5.La frase brota de Elisa, rasgando la garganta. Hay amargura en el
tono de su voz; una nube que empaña el brillo de sus ojos. No es tristeza;
es rabia reprimida, en contra de la vida y de las injusticias de la naturaleza.
Personalmente, creo que no es fea, como ella piensa. Si se arreglase me-
jor, permitiría abrir la bella fl or que yace, adormecida, dentro de ella. Si co-
locase un poco de alegría a su vida, la sonrisa, escondida, aparecería como el
arco iris después de que la tormenta acaba.
Pero, Elisa no quiere aceptar la realidad; se rehúsa a convivir con ella.
En vez de mirar hacia las cosas buenas que recibió de Dios, ha hecho de la
codicia por lo que los otros tienen y ella no, su afán cotidiano.
El problema de esta joven es la belleza. Pero, la codicia no tiene que ver
solo con estética. Hay gente infeliz porque quisiera tener el automóvil del
vecino, o la casa del amigo o el sueldo del jefe.
Al codicioso no le duele su necesidad; lo irrita lo que los demás tienen. Es
un desvío de conducta que anula los sueños y el deseo de luchar. Sus ideales
son envueltos por el manto triste de las lamentaciones.
El consejo de Pablo, en el versículo de hoy, es: “Vive contento con lo que
tienes ahora”. ¿Por qué “ahora”? Porque, si eres agradecido a Dios por lo que
tienes en este momento, te colocas en condiciones de recibir más, en el futu-
ro. Dios te da poco, para ver qué es lo que harás con lo poco que recibiste. Si
malgastas el tiempo lamentándote porque no posees lo que el otro recibió,
te incapacitas de recibir más.
Mira hacia delante. Administra lo que tienes en las manos; sé feliz con
lo que recibiste hoy. Y prepárate para las grandes cosas que el Señor desea
concederte.
Parte para la batalla de este día dispuesto a usar lo poco o lo mucho que
tienes de la mejor manera. Para gloria de Dios y en benefi cio de la humani-
dad. El resultado será tu propia felicidad.
Recuerda: “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que
tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré”.