La seguridad del perdón
Él es quien perdona todas tus iniquidades… misericordioso y clemente es Jehová… No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen… Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen. Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo. Salmo 103:3, 8, 10, 11, 13, 14.
Hay algunas grandes barreras que los seres humanos, inducidos sor el enemigo de Dios, hemos erigido en nuestra conciencia que nos impiden gozar del perdón y la aceptación de Dios. Una de ellas es de origen psicológico, generalmente formada en los primeros años del individuo, que logra instalar en él lo que algunos autores llaman culpa “neurótica”, o “crónica”.* Este tipo de culpa hace que tengamos un sentimiento o sensación subjetivos que nos impiden “sentir” que estamos perdonados y aceptados plenamente por Dios.
Sin embargo, la buena noticia del evangelio es que el perdón de Dios no depende de lo que seamos, ni de lo que hagamos, ni de lo que sintamos, sino de su amor perdonador, de su misericordia, del perdón que Cristo consiguió para nosotros en la cruz del Calvario.
La Biblia está llena de promesas del perdón de Dios, que nos aseguran cuánto nos ama, y cuán dispuesto está a perdonarnos y apoyarnos con su favor, como las que se encuentran en los textos de reflexión para hoy. Allí se nos dice que Dios es quien, por sobre todo otro ser, nos comprende, nos perdona, tiene misericordia de nosotros, no nos trata como mereceríamos por nuestras faltas (rechazo, condenación, desamparo), porque él mismo rebosa de misericordia y compasión, porque “conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo”. Es decir, comprende nuestra condición caída, la debilidad de nuestra naturaleza pecaminosa. Y, por eso, su corazón de amor se conmueve por nuestras flaquezas.
Confiesa tus faltas a Dios, y goza de su comprensión, su perdón y su amor. Eres un hijo de Dios, y él quiere verte libre y feliz en su amor.