LA INCREDULIDAD Y LA MURMURACIÓN EXALTAN A SATANÁS
"Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá" (Núm. 21: 8).
La misma lección que Cristo ordenó a Moisés que diera a los hijos de Israel en el desierto es apropiada para todas las almas que padecen bajo la plaga del pecado. Desde la ondulante nube Cristo habló a Moisés y le ordenó que hiciera una serpiente de bronce y la pusiera sobre un poste. Luego, le indicó que se dirigiera a todos los que habían sido mordidos para que la contemplaran y vivieran. Habría sido fatal si en vez de mirar, como Cristo lo ordenó, alguno hubiera dicho: "No creo que me haga ningún bien el hecho de mirarla. Es demasiado el padecimiento que sufro a causa del veneno de estas serpientes". La obediencia era lo único que se pretendía; una obediencia implícita y ciega, sin detenerse a inquirir cuál era la razón o la ciencia que estaba detrás de este asunto...
Fijar la vista en el yo no nos deparará luz, ni esperanza, ni paz. Cuanto más nos espaciemos cavilando en estas cosas, tanto más oscuridad y desánimo sobrevendrán. Complacemos al enemigo de Dios y de la raza humana al mantenernos en la oscuridad donde no nos puede alcanzar el rayo de la Luz de la vida, como hizo Elias cuando Dios le dijo: "Sal afuera y ponte de pie en el monte, delante de Jehová". Esta orden llega hasta cada uno de nosotros quienes contemplando nuestros desánimos y quejas por causa de nuestra fragilidad damos al mundo un ejemplo de desconfianza en Dios pues nos negamos a mirar y vivir, mostrando, de este modo, que no tenemos fe en el poder de Jesús para salvarnos del veneno del pecado que ha transmitido la mordedura de la serpiente...
¡Si los hombres y las mujeres tan sólo comprendieran hasta qué punto la incredulidad y la murmuración exaltan y honran a Satanás mientras que despojan a Cristo de su gloria por haberlos salvado por completo del pecado!. . . El rompió las ataduras de la tumba y salió para retomar la vida que había ofrecido por nosotros. Subió a las alturas, llevó cautiva a la cautividad y nos trajo dones. Padeció toda clase de penurias por nosotros... Ha de ser nuestro Ayudador y nuestro refugio en todo momento de necesidad. Se debe revelar en nuestra experiencia cristiana como nuestro completo y suficiente Salvador.
Sólo mirar y vivir. Deshonramos a Dios cuando permanecemos encerrados en el oscuro sótano de la duda sin salir al recinto de la esperanza y de la fe. Cuando la Luz brille en todo su esplendor, aferrémonos a Jesús con el poderoso brazo de la fe. No cultivemos más las dudas expresándolas y diseminándolas en la mente de otras personas, actuando como agentes de Satanás, sembrando las semillas de la duda. Hablemos con fe, vivamos por fe, cultivemos el amor a Dios; demos evidencias al mundo de lo que Jesús significa para nosotros. Magnifiquemos su santo nombre. Hablemos de su bondad; de su misericordia y de su poder (Manuscrito 42, 1890).
E. G. White